Señor del Traje Rojo:

Para no ser mentirosa diré que estoy segura que no me he portado para nada bien este año, que podría haber sido una santa; cultivar la paciencia. Pero, vamos, querido barbudo, usted de pequeño –porque sé que fue pequeño- no era mejor. Todos lo sabemos por más que usted lo quiera ocultar; eso no se hace, ocultar es lo mismo que mentir. Miré como lo descubro, miré, miré…Retomando el tema, me había quedado en que usted no fue mejor, ¿no? Era un diablillo con cara angelical, los ojos azul profundo, una sonrisa de "yo no fui", el pelo rubio y desordenado; un espárrago con cara de santo -¿por eso Santa Claus?-. Vea usted. ¿Y ahora no nos quiere dar regalos a los traviesos? Hipócrita, perdóneme por llamarlo así, pero es usted un hipócrita ¡y de tanta fama! Claro, todo los hipócritas son famosos, a que sí. Nunca le imaginé con complejo de Paris Hilton, señor. Comienzo de nuevo, sacadas ya las conclusiones:


Mi Señor Querido Hipócrita:
-¿Cómo se encuentra usted?
-¿Cuántos niños ha dejado sin regalo este año?

-Muy feo eso de su parte, quiere que se lo diga.

-Sí, entiendo que se lo merezcan, ¿pero usted querría quedar sin regalo para navidad?

-Bueno, pasemos a otro tema: ¿Cómo se encuentra su barba?

-Más blanca, sí, me alegro, así le da estilo a usted.

-¿Qué cómo estoy yo? -Molto bene, señor, molto bene.

-¡Ah, sí! Porque no recibiré regalo.

-Claro que lo estoy, porque fui mala como usted. Pero sin la cara angelical ni lo hipócrita, no aquí, señor. Aquí no acepto de esas cosas. -Por favor, ¡¿por quién me toma?!

-¡¿Qué usted lo sabe?! Señor, no juegue. Sí lo sabe no se lo diré. Ni aunque lo supiera.

-Metiche, es usted un metiche.
-¡¿Sabe qué más?! Usted ya no tiene el permiso para husmear mi expediente, mi vida y ver mi comportamiento. Confiscado y destruido está su permiso nunca concedido.


Sólo una cosa, que no se vayan porque dolerá y aun no les conozco lo suficiente para soportar el dolor. No quiero. En verdad que no. Será como el hielo: consume de dentro hacia fuera, poco a poco.

No se merece usted ninguna dedicatoria.

Mis cariños para Rodolfo.